Cuando rubia viene el alba
un sutil y libiano viento me envuelve
de aromas de madreselvas en flor
junto al néctar dulce de tu aliento.
Aromas de miel y romero,
de amapolas matutinas
y juncos altaneros
alzándose en una incipiente aurora.
Un jardín del Cielo pintaré
con el ramillete de tus besos
cosechados al fragor de tu corazón
donde brillan las estrellas de tu alma.
De ese alma tranquila y luminosa
apacible y serena
que con sus alas me transporta
al imaginario mundo de los sueños.
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