En una preciosa noche de Mayo, estaba cómodamente sentada en el patio de mi casa.
La noche era serena y apacible. Se respiraba una brisa agradable. Habia calma. El Cielo radiaba belleza. Parecía un "manto de estrellas".
Me puse a contemplar el firmamento,¡era tan relajante!
Cada vez encuentro más deleite en todo lo creado por Dios.
Observé una cosa que me llamó la atención. Mi esposo acababa de regar las plantas. Esos seres vivientes que tantas gratificaciones nos dán. Una vez más me demostraron lo mucho que agradecen que se les quiera.
Tengo un hermoso ficus. A su lado un jazminero repleto de lindas y perfumadas florecillas. Éste al ser las hojas mas frágiles y pequeñas se estremecieron al contacto con las gotas del agua. Vibraban, agradeciendo ese néctar, como gotitas de rocío.
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