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La Pluma


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Pasion y Muerte

Poeta, poeta esclavo de aventuras y de algún sortilegio,
soporto como tú la vida, el mayor sacrilegio y el mayor placer conocido .

Quizás el infierno no sea otro Señor que simplemente vivir
y pagar la osadía de querer ser felices por nuestra propia fuerza,
no saber abandonar el “Yo” para vivir el “Ustedes”

Señor, tengo tantas dudas, creí en ti de niño,
pero ya no se si creo, he vivido y he muerto tanta veces,
he aprendido y olvidado con igual facilidad.
Creí saber y solo me di cuenta que el saber no llevaba al sosiego,
que mis valores perdían sentido, que no era tan fuerte ni tan débil y sin embargo no bastaba.

Caminé por Galilea, Señor, me embriague de la brisa tratando de oír tu voz,
me hundí entre piedras, sangré entre filos y agudas estacas,
sumergí mi cuerpo en el agua de tu pálido mar,
deseé verte, agua y lágrimas no alcanzaron para unirme en tiempo y espacio a ti.
¿Qué me falto Señor?,
¿fe?, no la tengo, o tal vez perdida en algún recoveco no busca la salida,
¿conocimiento?, está en mí, presente y agónico; a veces juez,
a veces fraudulento y consolador testigo.

La pregunta se sostiene en el espacio tachonado de sal y clamor,
ante este mar Muerto, de belleza y paradójica vida,
Sodoma y Gomorra son testigos de la ira;
¿ira por qué Señor?, hoy mi ceguera ve lo mismo,
¿has cambiado mi Señor?, ¿es tu ley la misma que juzgo entonces?.

Repasa mi mente esos vientres hinchados de hambre, sin vida, sin futuro,
¿por qué Señor?, ¿no puedes, no quieres evitarlo?,
perdona si te ofende mi increpancia, es que soy profano
te lo he dicho, soy humano tu lo sabes ...

De reclamos y pedidos os hostigo mi Señor,
desafuero y osadía me esclavizan, mas mi pena, que devora mis entrañas,
resuena al repetir, que no olvides a mi amada, que perdones sus errores,
que mitigues sus dolencias, dando fuerza y entereza a su belleza,
no te pido que la ames, no es Santa, lo ha sido, o es tal vez que olvidada se encuentra su luz en su mente;
no la lleves a tu lado, muchas almas la requieren, si te pido Oh Señor,
que mi amor la acompañe, que mi sombra la cobije, que mi fuego la caliente, y que no la olvides mi Señor ...

De recuerdos y agonías se sostiene lo inaudito, de demonios y Señores,
de susurros y delirios, tantas mentes, tantos credos,
y no obstante la pregunta, ¿Por qué sangra tu costado, todavía, oh Señor?

Caminé por las murallas de tu pueblo, vi tus prados, tus montañas,
me permití vivir en las piedras tu sangrar, atesorando tu lamento,
misericordia y paz.

Fui tan grande y tan pequeño ante un cielo tan inmenso de oraciones sin sentido,
vi a los hombres que pregonan la fe,
hipocresía de los santos mas demonios que los mismos que juzgaste,
idioteces e ignorancia que reclaman la justicia, que no llega, que se tarda.

Angostas calles de Jerusalén caminé buscando tus espaldas,
te encontraba en cada hombre, y te perdía en cada esquina ,
¿dónde te hallas, Oh Señor?, no en lugares donde voces te proclaman, comprendí ello mi Señor .

Recorrí la ciudad del Gran Dios, templo y almas ya no son,
solo quedan los lamentos del pasado y el vil comercio del presente
que demuestran la torpeza que divaga en las mentes aturdidas ...

He sentido en las arenas, bajo mis pies tus alaridos, de dolor fui imbuido,
del Calvario me he nutrido, tu madero has llevado, no una cruz como otros dicen,
en la estaca tu has sangrado el camino para el hombre, su futuro tu has cambiado,
y no obstante la pregunta se sostiene, ¿quién has sido, Oh Señor ...?

Y entre el moho de una vieja Biblia, tu sermón de la montaña,
continúa gritando de una manera extraña, palabras de amor y perdón,
que no se aplicaron a ti.

Palabras devotas, de clemencia y austeridad, nunca te entendimos verdaderamente, Oh Señor.

Vivo en mi el dolor de tu muerte, sacrificando mis sueños ante esos ríos sin vida,
contaminados de odio y avaricia, busco esquirlas que amortajen mi tendones,
sedientos de un dolor mas intenso, que el amor que me desgarra.

Ya no recuerdo si creo, Oh Señor, solo se que en mi memoria huelo sangre,
huelo vidas, huelo niños, muertos, prostituidos por vergonzosos seres, animales,
ni eso, cuyas vidas cortaría con tal furia y odio que no importaría la pérdida de mi alma.

Veo viudas por la guerra, lobas en praderas, recelosas por sus crías, están solas,
yo las huelo, pierden ante el día su existencia, y no obstante, son sus crías su lamento, su agonía ...

Entre muros de lamento, odio y razas, en mi mente hoy contemplo, odio tanto esos mantos coloridos,
de esos burdos creídos santos que desmerecen los valores de este mundo,
tan ajeno de plegarias, tan blasfemo a lo tan simple, olvidaron las palabras del Gran Dios :
“quiero misericordia y no sacrificio”
No lo entiendo mi Señor, ¿por que has muerto?, ¿por pecados? dice un Santo,
si pecados acabaron, asco siento de lo santo que ha quedado, solo culpa me has dejado.

Perdona si te ofendo, Oh Señor, soy humano tu lo sabes, no me oculto, soy profano, tu sabes.

Siento sangrar mis heridas, fluyen torrentes de vida mas vitales que mi sangre, derramo mi esperanza, mi humanidad, acaso mi amor.

¿Frutos del espíritu?, ¿de qué hablaban los Santos?,
hipocresía, poder y avaricia respiro en este mundo,
golpean en mi mente las palabras del profeta, "Quiero misericordia y no sacrificio ...",
¿misericordia?, ¿para quién Oh Señor?, permíteme preguntar : ¿para qué?

Clavo una piedra en mi pecho, que tomé de tu mar, esa Galilea tan deforme , desdibujada por el comercialismo y los burdeles.

Me hundo nuevamente en el mar, ¿por el caminaste ...?, eso dicen, mas no veo tus huellas en las olas, solo agua que no alcanza a expiar mis pecados.

Veo belleza y opulencia, iglesias fastuosas, pinturas, frescos sin igual, contemplo tu pasión, tu sufrimiento, admiro el arte,
escucho cantos y sánscritos ... Me congela la piel el dolor de saber la verdad, tanto que sirve para tan poco.

¿Que juzgarías tú si vieras esto?, ¿tomarías el látigo y clamarías nuevamente : “tu casa se convertido en cueva de salteadores”?

Y sufro en mi mente las agónicas palabras que retumban sin final, azote atroz de enseñanzas, "Quiero misericordia y no sacrificio",
misericordia, ¿para quién Oh Señor?, ¿para qué?, si solo me queda lo profano, solo soy un humano, mi Señor.

Tiemblo de ira ,
el dolor ante la impotencia que no soporto se transforma en el sentimiento mas innoble,
la ira que consume mis huesos, ¿pecado?, no lo temo, hierve mi sangre en el Calvario,
piedras cuya dureza son nada ante mi corazón,
que ama y odia con igual intensidad, que blasfema de ignorancia,
ante una realidad que religiones ignoran,
dignidades humanas humilladas por el esputo de clérigos,
igual o semejantes a los que te hirieron Señor.

Y entre sentimientos paganos y profanos, vuelve mi ser a ti mi amada,
¿bendición?, lo dudo, no lo merezco, ¿por que yo?, ruego al innombrable,
al Santo, que guarde a mi amada, la sostenga ..., que la libre de sus dudas,
que a mi algún día la traiga, y en sus brazos halle yo la paz de mi alma ...

Señor, te estoy mirando con los brazos abiertos,
el dolor de los calambres ya entumecieron mi cuerpo, ya no me siento,
quebradas mis costillas, soporto el martirio, agónico, de mi cercana muerte,
solo esa cosquilla sudorosa con olor a sangre que se desplaza por mi espalda,
confirma que no he partido, desnudo he nacido,
y desnudo estoy sin la mirada de esa mujer,
que no me haz concedido al tercer día, como te he pedido.

¿Escucharas acaso mi oración? ¿Serás acaso quien dicen que eres?
Volví a tu desierto, para saber quien eras, olí esa Luna,
me calentaron tus estrellas, se erizaron mi cabellos ante esa gloria,
y ese viento, "Hansim" del desierto, bebí de mi sed, su veneno,
y otra vez entre amor y odio, palpe el sufrimiento,
y en mi dolorosa muerte, pensé en mi amada, Señor, no la olvides,
líbrala de las hienas de este mundo, envuélvela en tus brazos ante la ausencia de los míos,
la amargura de su boca, entrégala a mi vientre, y endulza sus labios con paz;
y si me permites, en mi ruego, dale un amor que la colme como yo no he podido.

Permite morir, y quizás ver tu rostro, aunque sea profano, aunque sea humano.
Y si misericordia, la podredumbre que mi alma ha recogido en esta vida, no merecen,
dame el juicio adverso que he segado, cosecharé con gusto mi destino, sabiéndote justo,
sin la seguridad de quien haz sido y para que haz venido a este doloroso mundo.

Pero si eres el juez, el hijo divino, te pido,
regálame el descanso de la muerte tras el olvido, lejano de llantos y sufrir,
donde espíritu, recuerdos y materia, son nada, menos aun en este hombre profano,
pagano, tan simplemente humano.

Sintiendo mis últimos segundos, retoma mi mente ese café con amigos en Madrid,
largo debate acerca de ti, y en la oscuridad que embolsa mi mente, veo tus ojos,
mi amada, el oscuro brillo con el que vivificaste mi ser,
escucho tu voz como brisa fresca en este desierto,
donde el descreimiento y el agnosticismo me han dejado,
siento tu tristeza, el dolor que como lepra va comiendo tu alma esclava de disyuntiva y pesares
y no puedo evitar desbordar lágrimas por ti, deseando abrigarte entre mis moribundos brazos.

Oh Señor, ruegote una vez mas,
que mas puedo que humillarme ante ti frente a mi muerte, protege a mi amada, devuélvele el temple del hierro aguzado con espadas de amor,
que ostentaba tras la ingenuidad con que la conocí,
que su frente halle descanso y paz sobre la cama caliente de quien le ofrende su vida
y dispuesto, sea esclavo sobre el pecho de mi amada.

No tengo ya fuerza, solo soy los despojos de un humano, no lo oculto, te suplico me perdones si te he ofendido, soy profano, tu sabes, soy penosamente solo un humano.


La Pluma

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Publicado el: 13-01-2002
Última modificación: 05-01-2004


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