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El virus de la maldad.
De la envidia y las traiciones,
Lo debemos fumigar,
con nuestras buenas acciones.
El cáncer de la avaricia,
del desamor y ateísmo,
de perdición y malicias,
tienes que ahogarlo tú mismo.
Para que seas depurado,
sin la contaminación.
De lo antes mencionado,
que te aparta del Señor.
¡Vuelve, vuelve, al buen camino,
justo con la convicción,
que nuestro Jesús querido,
siempre te dará el perdón!
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