¡Esa ciudad es mía, completamente mía!
Con toda su tristeza, con toda su alegría,
porque en mi pensamiento, lo he concebido así.
Y no existe en el mundo poder que me negara,
ponerle al pensamiento, dos gigantescas alas,
para saberme dueña, de esa ciudad al fin.
Pues la miran mis ojos como obra tan perfecta,
que en mi necio egoísmo las miradas me afectan,
a todo el que pudiera, mirarla como yo.
Por eso es que les grito ¡esa ciudad es mía!
con toda su tristeza, con toda su alegría,
majestuosa y soberbia ¡ciudad de Nueva York!
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