Aquel dolor que mi alma sentía
al ver las injusticias de este mundo
mi pobre corazón en lo profundo
se desangraba y nadie lo veía.
No es que no sienta la cobardía
de las atrocidades que vivimos,
es que mi corazón hubo aprendido
a vivir sufriendo la agonía.
De no poder cambiar la amargura
con todos mis deseos y dulzura
porque las cosas van de mal en peor.
Por eso me adapto a este sistema
pero siempre gritando en mis poemas
que este mundo se ha olvidado de Dios.
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