Es mi nieto un ángel tan divino.
Me atrevo a decir que nunca viera
piel suave que al tacto pareciera
terciopelo de todos el más fino.
Sus bellísimos ojos tienen brillo
de luceros bellos y parpadeantes
que me lucen del todo fascinante
cuando de cerca con amor los miro.
Cuando su cuerpecito lo sostengo
entre mis brazos yo no entiendo
como un ángel yo he podido tener
tan cerca de mis manos y mi alma
con esa ternura que me embarga
cuando estoy en contacto con Gabriel.
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