Gracias a Dios, no tomo medicación alguna,
y sin embargo aquí en mi mente tengo.
Un gran laboratorio con vacunas,
que me liberan, de mil padecimientos.
Temprano en la mañana me administro,
una vacuna de fe y de esperanza.
Y luego por la tarde hago lo mismo,
con otra de oración y de alabanzas.
A ese Ser Superior que nos asiste,
y que merece de nosotros todo.
A ese doctor sabio e invencible,
a ese Padre Jesús ¡que tanto adoro!
El me anima constante hacer prudente.
y día a día me obsequia cual regalo,
la voluntad que tengo, de ayudar a la gente,
en especial aquellos, los más necesitados.
Gracias a Dios, no tomo medicamento alguno.
¡Pero eso sí, a mi alma la fortalezco bien!
Con vacunas de fe en el desayuno,
de paz, ayuda ¡y de perdón también!
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