No fueron tus claros ojos, ni tu dulce mirar,
ni la forma exquisita de tu conversación,
ni el porte de elegancia como un regio señor
para yo decidirme llegarte a conquistar.
Fueron las circunstancias que nos hizo llegar
de pronto a conocernos, compartiendo ideales
que juntos defendimos haciéndolos reales,
y aunque fue muy difícil lo pudimos lograr.
Siguieron los aplausos, las felicitaciones,
logramos el proyecto y los opositores
quedaron convencidos que perdieron al fin.
Entonces me di cuenta que tú eras ese hombre
el cual hube buscado sin conocer su nombre,
el mismo que hoy comparte su vida junto a mí.
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