Añorando a veces la alegría ausente,
junto a mi tristeza, paso en mi dolor,
las noches de luna en aquel balcón
tal vez esperando que un día regreses.
Voy al mar y admiro el azul celeste,
y en la superficie de ese inmenso mar
tus divinos ojos, suelo contemplar
y en ese momento mi alegría crece.
Y corro hacia allí queriendo atrapar
tus ojos que escapan sin poder lograr
que fijes en mí, tu dulce mirada.
Y sigo obstinada pero de momento
veo que no estas y entonces comprendo
que de aquel amor, no me queda nada.
|