Sentada bajo el árbol, que fuera el confidente
de todas nuestras charlas en un tiempo lejano.
Y contemplando el tronco que lastimó tu mano
grabando nuestros nombres un trece de Septiembre.
Han pasado los años y su tronco creciente,
fue engrosando de un modo que tu nombre borró.
Parece una ironía, porque igual sucedió,
a nuestro amor bonito que se borró por siempre.
Hoy pasé por aquí y al verlo tan enorme
con algo de nostalgia volví a grabar tu nombre
pero muy separado a mi nombre que ayer,
grabaras junto al tuyo, entre besos ardientes,
en aquel bello árbol que fuera el confidente,
de un amor como tantos, que mueren en la piel.
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