Ese señor penetraba en mi alma,
en mi vida y en mis cinco sentidos,
ese señor me ofrecía la calma,
y no era mi amigo.
Ese señor me hizo comprender
la ternura que hay en el ser humano.
Hizo que perdonara y me enseñó a querer,
y no era mi hermano.
Ese señor de paso en mi existencia,
fue tal vez para mí la más dulce ilusión
me dio día tras día, de su vasta experiencia
y me enseñó el perdón.
Ese señor lo busco, a veces se me esconde,
tal vez haya existido en mi imaginación.
Yo no se su apellido, mucho menos su nombre,
pero a mí me parece que es el ¡Señor Amor!
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