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Perdido entre la gente una tarde lluviosa
trataba inútilmente de olvidar un amor,
y casi de repente como pasan las cosas
tropecé con tus ojos de un divino color.
Tú ibas en tu coche invitaste a subirme,
y yo algo confuso y mojado a la vez
acepté con desgano, tuve intención de irme
pero al mirar de nuevo tus ojos, acepté.
Conversamos mil cosas, llovía fuertemente
ya caía la tarde yo te invité a un café.
Hablabas de la vida de una forma doliente
con tu cara de niña y frases de mujer.
De pronto me miraste con tus divinos ojos,
consultaste el reloj ya era casi de noche,
te acercaste a mí y con leve sonrojo
me besaste los labios y corriste al coche.
Yo del todo confuso corría por alcanzarte
más la lluvia y la noche ayudaron tu ida,
volviendo aquel café, vi que tú allí olvidaste
las llaves de una casa, también desconocida.
Continúe mi camino en un taxi anticuado
la lluvia no cesaba yo buscando seguía
entre miles de coches sobre el suelo mojado
¡la casa y la persona que cambiara mi vida!
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