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Con destino a París, el vuelo ciento cuatro,
saldrá en unos minutos, yo escuchaba esa voz.
En el salón de espera me miré los zapatos,
tomé mi bolso negro y consulté el reloj.
Con mi paso cansado entregué los boletos,
tu recuerdo en mi mente le robaba atención,
al motivo del viaje, al que estaba sujeto,
pues comenzaba gira con gran desilusión.
Me sentía muy triste con mil dudas en mente.
Seguían anunciando el vuelo sin cesar.
Algo ajeno y sombrío caminaba entre gente
que viajaban conmigo ¡pero yo en soledad!
De pronto oí tu voz, corrías a mi encuentro,
cargada de equipaje nerviosa y con apuro.
Habías logrado tú, en aquel aeropuerto,
alumbrar con tus ojos, mi viaje tan obscuro.
Hoy en esta canción, con gran melancolía,
al recordar tu amor se estremece mi cuerpo.
Porque en este constante viajar, el alma mía,
te busca, cuando llego a cualquier aeropuerto.
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