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Y sucedió en tus aguas cristalinas
en aquel catamarán que bordea
la selva tabasqueña hasta encontrar
la Laguna de Mecoacán,
los azules se encontraron con la mar
se eclipsaron, se besaron,
y se unieron
en idílico romance con el vuelo de
gaviotas y palomas
que seguían al navío por
la laguna y el río.
Alboradas pinceladas
por la mano del artista,
trópico con celajes
de increíbles tonalidades,
los ocasos están enamorados
de las olas, de la playa y la brisa.
En lontananza el caserío
con rumores de mil voces
de cantos y de rezos.
Las garzas engalanan el paisaje
sobre cedros, caobas
y ceibas gigantes.
Se embelesan las pupilas
en ¡Puerto Ceiba, Tabasco!
y las almas sueñan...
Todo es algarabía.
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