Cabalgan los Reyes Magos
a través de los desiertos.
Cabalgan con la ilusión
de culminar el feliz encuentro,
y adorar al Niño Dios,
al Divino Salvador.
Bajo la guía de la estrella
ya llegaron al portal,
sus corazones gozosos albergan
amor inmenso al Recién Nacido.
Presurosos se le acercan
y le ofrendan sus obsequios:
la Mirra será el ungüento
que cubrirá las heridas
de su Divino Cuerpo
al bajarlo de la cruz,
su cruel tormento.
El Oro más fino y puro
para el Rey del Universo.
Ya aroma el Incienso
el Sagrado lugar de su nacimiento.
¡Alabado sea el Señor,
ha nacido el Salvador!
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