En el volcán de tu aliento,
en el fuego de tu cuerpo,
en tu voz de jilguero,
en tu boca de frambuesa,
en tus lágrimas de cristal,
en tus ojos de zafiro,
en tu mirada enamorada,
en tu sombra de niebla,
en el sendero del tiempo,
en tus ósculos de ritmo y pasión,
sentí la armonía que emana
de tu ardiente corazón.
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