Nostalgia de tu presencia
que traspasa mi alma;
de tu voz
que se pierde en las montañas.
Del suave perfume de tu cuerpo,
y de tus manos de paloma.
De tus ojos fulgurantes, peregrinos,
que alegraban mi corazón.
De tus abrazos de alondra,
de tus besos de cereza,
de esos tus cabellos
que eran espumas al viento,
de perderme entre tus besos
y en tus caricias encontrarme.
Nostalgia que se llevan las olas
a los confines del tiempo.
Oh, madre linda,
pasan los años
y tu hija, te sigue extrañando.
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