Madre, en este día
sello mis labios a toda murmuración,
a erigirme en juez de los demás,
tengo -en mi haber- mil defectos,
¿Por qué juzgar?,
¿Por qué gastar energía?
Prometo ya cambiar,
¡Ayúdame madre mía!
He fallado tantas veces...
Requiero humildad, paciencia y sabiduría
para enfrentarme conmigo misma,
¡No me dejes madre mía!
Quiero la senda cambiar,
empezar una nueva vida,
dejar atrás las saudades y depresión,
perdonar el pasado cual un lampo,
sanar el odio y rencor de este corazón
y alumbrarlo con la paz y la alegría,
¡Ten compasión de tu hija, Virgen María!
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