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Manos afanosas de mil quehaceres,
manos fuertes de juglar y de poeta,
que han recorrido senderos infinitos,
manos quemadas por los rayos solares
y que el frío del invierno han engrosado;
manos que han estrechado otras manos,
que las han tomado para besarlas;
manos rudas del obrero, del campesino,
del carpintero, del herrero,
manos del maestro y del sacerdote,
del pianista, del artista y del mimo,
del cirujano, del bailarín...
manos que han jugado a las canicas,
que han sostenido a los ancianos...
pero también hay otras manos,
las manos asesinas y traidoras,
que han herido, que han matado,
que han apretado el gatillo del arma
y en la guerra han acribillado a
cientos, miles de inocentes...
manos que han acariciado y amado,
benditas sean las manos
de hombres y mujeres,
de ancianos, niños y jóvenes
de los recién nacidos
y las manos que en el vientre maternal
se mueven lentamente
y esperan nueve lunas
para asir los dedos de su madre....,
manos de paloma del poeta
que en una elegía maravillosa,
rindió homenaje a sus manos,
elegía sorpendente, realista y dolorosa,
manos de Julio Serrano Castellanos,
que han sufrido los embates
de la vida, que han amado y bendecido,
sus dedos abanicos mágicos
enjugaron lágrimas
en silencio, a escondidas,
coquetearon e hicieron travesuras,
es tu poema un brillante espejo
en donde todas las manos
nos encontramos, nos estrechamos...
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