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Dios es el instructor,
el cerebro, el instrumento
y la mano el elemento
que mueve y traza palabras
arrancadas de la nada,
las ideas que nos llegan
y se agolpan al cerebro
como ráfagas fugaces.
Inspiración y creación,
más no lo son de su autor,
sin del Creador Divino,
que se vale del mortal
para hacerse escuchar.
No se envanezca el que escribe
pues la inspiración no es suya,
de la Fuente del Saber
el Supremo lo ha dictado,
al oído murmurado,
¡Mérito es haber escrito,
lo que le ha sido confiado!
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