Cuando cierras tus ojos azules
y tu cuerpo casi desnudo,
con la respiración tranquila
oyendo de tus labios un murmullo.
Tirado de espaldas en el lecho,
tu corazón palpitando agitado,
junto a mi: diciendo solo soy tuyo
estoy satisfecho.
Los dos, enrredados en la cúpula
sagrada, la piel ardiente,
el alma sosegada,
juntos en el mismo lecho,
diciendo palabras de amor
que después de ese momento
no son nada.
He aquí, la soledad del ausente
cuando tu cuerpo no se recuesta
sobre mi cuerpo ardiente,
el agua no calma,
la sed del árbol seco.
el viento del mar no apaga mi fuego
Mis pechos blancos, ya no son
caracoles satisfechos,
mis labios, ya no son dunas
de agua dulce en el desierto.
una mariposa de olvido,
se posa en mi vientre seco.
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