Te quiero y no me arrepiento,
porque te sigo rogándo,
porque me mueves y me mal haces,
porque te sonrío cada que me regañas,
porque te extraño cada segundo
que no percibo tu respiración,
porque tu silueta la tengo marcada en mis manos,
porque mis dedos no se cansan de recorrerte,
porque mis ojos y mi boca son
cómplices de la desatención del mundo...
Porque te deseo,
porque me inbullo
en tus ansías,
y te complazco en obedecerlas.
Porque me tienes cautivado,
porque eres mía,
porque soy tuyo,
y todo eso porque sí.
Y sólo por que sí.
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