En el parque,
inmerso a otro mundo,
donde solo vivimos tu y yo.
Mi oido se mezcla con tu vientre,
tus manos caminan por mi rostro,
me miras con ternura,
yo solo observo al cielo,
que es mi lienzo
para pintarte una sonrisa y un beso.
Imagino tu vida junto a mi,
compartiendo cienes, espacio,
y la plática de una vida cotidiana.
Mi mundo, carente de razón,
lleno de palpitación,
alimentado de oración
en mi triste corazón.
Y después de un abrazo muy fuerte,
por si llega a ser el último.
Emerjo de mi mundo,
y salgo corriendo la avenida,
abriendóme paso al camino más largo,
para confluir en la bifurcación del destino.
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