Te palpo entre la discurrente arena
de mis sueños, e inquiero
en tu mirada húmeda
en tus cabellos macerados.
Tu sonrisa, refleja el nerviosismo
de las ganas de acercarnos
y con las manos y brazos
sentirnos encerrados.
Te toca el agua
y quisieras que nos diluyéramos
en la esencia de los besos,
esos tan fuertes y profundos,
esos que desvisten las neuronas así como la provocación
del cerrar los ojos.
Los besos clandestinos,
matutinos al despertar,
la insomnia negra
que impide dejar
de pensar en ti.
Y también en mi suegra.
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