Cambiaron las cosas
en un instante entre nosotros,
creíamos que las cosas
podían solucionarse hablando,
pero nos equivocamos al hacerlo.
Terminamos buscando
las palabras adecuadas que decir
en los momentos de desesperación,
que nos consumían desde el instante
en que la separación fue inevitable.
Llamamos libertad a lo que tenemos,
sin percatarnos de las cadenas
que nos mantienen atados
a la situación en que nos encontramos.
Ansiamos gritar a voces las palabras
que llenan nuestros corazones,
pero es inútil cuando no existe nadie
que comprenda lo que sentimos.
Amamos la vida,
tememos a la muerte,
lloramos la ausencia,
reímos las alegrías.
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