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AbelMa


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Temblores innecesarios.

El sudor se hacia notar en las palmas de sus manos, el hervor del nerviosismo pegaba en las puertas de su consciencia y miles de caballos despotricaban dentro de su bomba de sangre.

Con el mapa en la mano y la voz temblorosa, intento establecer una ruta lógica y razonable, pero sus pupilas se cerraban y abrían tan rápidamente como la erupción de un volcán.

Comenzó a caminar hacia la izquierda, por un terreno formado por piedras, aparentemente civilizado pero con cientos de años de antigüedad.
Entre paso y paso existía el jadeo del cansancio, y eso que aún no había recorrido ni el cuarto del trayecto.

Tras cinco minutos de caminata, se hacia ver una pendiente considerable de aproximadamente cien metros de longitud.
Desde abajo daba la sensación de llevarte al mismo cielo y con pesadez y lentitud, comenzó a subir.

A mitad de la cuesta se detuvo a pensar y observar el mapa pero entre el temblor de sus piernas, el cansancio de sus pasos y la incertidumbre del calor, lo guardó y continuó hasta llegar arriba.
Una vez llegado se desplomó sobre el empedrado suelo románico, al observar que debía de girar a la derecha y que justamente a unos cincuenta metros, existía una pendiente mucho mayor a la anterior.

Se armó de valor y continuó pese a su negado físico y cuando porfin llego a la parte alta del camino, se encontró con una arboleda de viejos y roídos troncos, de flores arrugadas y de fueres hedores… sus manos se posaron sobre sus muslos, su cuerpo se inclinó hacia delante y la boca bien abierta, dejó salir todo lo que llevaba dentro.

Tras el imprevisto y sin brújula, se propuso a seguir hacia delante, pues el objetivo de encontrarse con aquella chica y en el lugar señalado en el mapa que ella le dejó en su buzón, era mucho mas fuerte que sus débil voluntad de continuar.

Después de enraizarse con cientos de ramas y troncos derribados por la vejez de sus dueños los árboles, se topó con algo que le daría un respiro: una pendiente de más de ciento cincuenta metros que giraba hacia la derecha y que a mediados de ella, volvía a girar a la derecha.

Se apresuró a vencer a la ley de la gravedad, aprovechando la fuerza que su cuerpo ejercía al dejarse caer por tal camino, siendo sus pies los frenos y las rodillas las que cargaban con el esfuerzo de estos.

Al llegar a bajo mas muerto que vivo, por fin llegó a su destino, aquel donde le esperaban, pero ella ya no estaba y había dejado una nota.

Anduve esperándote, deje correr el tiempo, pero viendo que no venias, me marche. Lo siento.

Las pupilas se dilataron como dos cometas a toda velocidad, sus ojos lagrimeaban lagrimas de sangre y su cara lagrimas de sudor.

Atónito ante lo sucedido, sacó el mapa para romperlo, y como su nerviosismo se transformó n ira, antes de romperlo, lo volvió a observar por última vez, dandose cuenta que desde el lugar del cual salió hasta donde le esperaban había dos caminos: uno que rodeaba la montaña, y otro que era un sendero de verde hierba que apenas se recorría en dos minutos.

Su ira volvió a nervio y su nervio se hizo persona, siendo físico este le citó: Si estas nervioso, no veras mas lejos de lo que tus ojos quieren ver, y no dejaras que tu mente piense como esta debe hacer.

El chico se frotó los ojos, pero ese ser no estaba, no fue más que un espejismo producido por su impotencia, dándose cuenta que no había observado el mapa, que el solo se había puesto las trabas, ante una cosa tan sencilla.

Con nervios no piensas, si no piensas te pierdes, si perdido te encuentras, deja de estar nervioso y vuelve.


AbelMa

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Publicado el: 04-11-2011
Última modificación: 00-00-0000


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