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Julio Serrano Castillejos


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Prólogo de las memorias

Para las memorias del Lic. Julio Serrano Castillejos tituladas por él mismo:

Al filo de mis recuerdos

Escribir unas memorias no es tarea sencilla, sobre todo cuando se tiene conciencia de lo tedioso que puede resultar para algunos leer vidas ajenas que no salen de lo común, de lo trillado, de lo adocenado y de lo que se relata con la más esperada lógica. Pero si las vivencias personales se aprovechan para comentar cuestiones del interés público, las memorias empiezan a tomar otro cariz y entran a una dimensión que las hace disfrutables y además parte de la historia.

Mi vida no tiene nada en particular, pero mi origen familiar, el azar y otras circunstancias, me han puesto cerca de personajes que han sido protagonistas de interesantes acontecimientos del México de hoy, de donde he abordado la parte esencial del capitulado que verá el lector en las páginas siguientes, entrelazando en tales hechos a mis principales familiares y amigos, a ciertos compañeros de trabajo y a los que de una u otra forma se han mezclado en las vidas de esos personajes. Sería petulante de mi parte considerar que he encontrado la fórmula para escribir unas memorias, pero creo es obligación de toda persona dejar una constancia gráfica a la posteridad de aquello que han testimoniado a través de su paso por este mundo. La experiencia humana está plasmada en los libros.

En nuestro medio es un recurso muy frecuente, para atraer la atención de los lectores, escribir compendios con profusión de nombres. Como si el éxito de un libro se encerrase en el número de supuestos actores de su texto, se han llevado a los talleres gráficos a imprimir no precisamente obras literarias sino directorios telefónicos. Las memorias no deben ni pueden tener una naturaleza enciclopédica, por lo que si usted amable lector no encuentra su nombre en las páginas subsiguientes no obstante su importancia intrínseca, no lo tome a falta de interés del autor en su persona, pero sí a la conveniencia de no mencionarlo fuera de contexto. Cuando yo era director de un importante diario de Tuxtla Gutiérrez falleció un joven poeta y a escasos cinco días de su muerte me encontré casualmente a su hermano en un restaurante, quien aprovechando dicha circunstancia me recriminó por no haberle dedicado al muerto una nota. Mi respuesta fue lacónica: -“Es que no se ha presentado a trabajar el encargado de la página necrológica.” De igual suerte, ciertas menciones no las hago por ociosas y otras se reducen a uno o dos renglones, para no caer en el exceso de ser el biógrafo de todos y de nadie a título oficioso.


Rendir un testimonio escrito implica dejar constancia de experiencias, éxitos, fracasos, momentos felices, sinsabores, amores y desamores, pero fundamentalmente aportar una lectura que sirva a otros para comprender mejor algunas lecciones que da la vida y no incurrir en los mismos errores del autor. En tal tesitura, deberá entender quien lea este libro que no estoy presentando mi vida como el resumen de la excelencia ni nada que se le parezca.

En el capítulo “Recuerdos de infancia” traigo a colación los detalles que se fijaron en mi mente de niño, a manera de laboratorio o estudio psicológico de mis primeros años, lo que significó un importante esfuerzo de memoria. En el denominado “Mis orígenes”, se podrá ver que en mi familia abundan los casos de personas que de una u otra manera han participado en la vida pública y en hechos muy importantes del país, y ya no se diga, del estado de Chiapas.

En los capítulos de “Mi primer viaje a Europa” escrito en seis partes por razones técnicas de los maravillosos aparatos llamados computadoras, me refiero a mis emociones de juventud al conocer el Viejo Continente, procurando reproducir el pensamiento de mis escasos veintiún años de edad para darle al lector una radiografía de las peripecias de tres imberbes mexicanos en una época en que ir a Europa era una aventura reservada a unos cuantos. Un amigo mío me dijo que llevó esos capítulos a los países por mí referidos y que fue -sin lugar a dudas- su guía turística, con lo cual queda bien retribuido mi esfuerzo al dedicarle un número importante de páginas al citado periplo de mi primera juventud, en donde aprovecho para publicar interesantes datos de centros turísticos tan connotados como los que están enclavados en ciudades de fama imperecedera, como París, Londres, Ginebra, Roma, Milán, Venecia, Atenas, entre otras, proporcionando datos de interés permanente e información útil en todo momento.


Mis recuerdos como hijo, hermano, esposo, padre, estudiante y profesional del derecho se hallan a lo largo de diversos capítulos, pero fundamentalmente en los denominados “El glorioso ICACH”, “Mi Colegio Franco Español”, “Mi vida en la UNAM”, “PEMEX fue mi solución” y “Cerrada de Agamenón 16” en sus dos partes; mientras que mi vuelta a Chiapas con mi familia está plasmada en los capítulos “Un gobernador de lujo”, “El sabinismo a galope”, “El sexenio del general” y “Patro y el imperio de la ley”. La etapa en que me convierto en abuelo está en proceso de elaboración, y desde el punto de vista de la política, es indudablemente la más rica en experiencias valiosas.

Mis observaciones de la vida nacional y del estado de Chiapas se encuentran en varios capítulos. Creo de especial interés histórico la parte insertada a manera de “flash back” o recuerdo del pasado en el capítulo “El sexenio del general” en donde me refiero al denominado ensayo democrático realizado en Chiapas en el año de 1948 con la participación de sus cuatro principales actores: Julio Serrano Castro, Francisco J. Grajales, Gil Salgado Palacios y Bernardo Palomeque, pues al respecto existe muy poco material escrito en libros y el saqueo de la Hemeroteca del Estado provocó la desaparición de los periódicos de la época, y aunque las personas que vivieron aquellos momentos ya han desaparecido en su mayoría, los que quedan podrán enriquecer sus conocimientos con algunos importantes datos rescatados en mis memorias. Ser un melómano empedernido me llevó a mencionar diversas canciones por su nombre, para precisar épocas y resaltar estados de ánimo, pues la música será por siempre un indicador cultural insustituible.

No debe el lector esperar en este libro alusiones sobre la vida privada de los célebres personajes por mí aludidos, pues de ellos nada más me interesa su vida pública, cumpliendo así una estricta regla del periodismo escrito. De Pascual Ortiz Rubio a Ernesto Zedillo Ponce de Léon, me refiero a casi todos los presidentes de México, por haber contado con un motivo a la mano encadenado a mis recuerdos para mencionarlos. Me interesaron particularmente, por relacionarse con mis experiencias personales, los gobiernos de Francisco J. Grajales, Efraín Aranda Osorio, Samuel León Brindis, José Castillo Thielmans, Manuel Velasco Suárez, Jorge de la Vega Domínguez, Salomón González Blanco, Juan Sabines Gutiérrez, Absalón Castellanos Domínguez y Patrocinio González Garrido. Naturalmente, ello no implica que evite citar a otros gobernadores de Chiapas, aunque lo hago con menos detalles.

Mis memorias están salpicadas de mis fugaces opiniones en relación a la vida cultural, política y social de México y de Chiapas, no con la pretensión de constituirme en un censor, pero si como constancia de mis observaciones, pues de otra forma carecería mi esfuerzo de una meta de cierto alcance trascendental.

De antemano pido disculpas por los errores cometidos, y si el lector encuentra alguna imprecisión tenga la certeza que ello se debe a una cuestión de enfoque, mas no a mala fe ni al deseo de torcer la verdad.

El autor.






Julio Serrano Castillejos

Copyright © Todos los derechos reservados.

Publicado el: 01-10-2012
Última modificación: 20-12-2014


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