En el largo caminar de la vida
busqué mi fantasía hecha palabra,
idioma que nadie conocía,
sentimientos que nadie pronunciaba.
Quisieron destruirme y no pudieron.
Quisieron hundirme y broté de nuevo.
La losa donde mi nombre inscribieron
se hizo mil pedazos
al estrellarse en el suelo.
Empaparon mi cuerpo de tristeza
hasta calárseme en los huesos,
mientras mis ojos censuraban
vendajes por inocencia impuestos.
Mientras mis ojos pedían
unas gotas de rocío para sus lagrimales
agrietados, secos y heridos.
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