¡No hay carnaval mejor que el de Tenerife! Cada cual se lo pasa divinamente según sus preferencias, pero como hay de todo en la viña del señor, algún “pariento” que otro se lo pasa francamente mal. Disfrutando el carnaval observé a una pareja que trataba de avanzar por la bulla, cargando con bolsas, niños y la sillita del más pequeño. La familia al completo iba disfrazada de Pica-Piedras. El Pedro Pica-Piedra llevaba una cara de resignación que no se podía aguantar. La Vilma Pica-Piedra tenía una silueta que recordaba un regordete muñeco de nieve pero en plan rustico: el moño tieso rodeado de huesos de pollo y una potente faja diseño de la prehistoria. Él conducía la sillita del menudo, ella con su volumen iba abriendo brecha entre la gente, evitando así que el pariento fuera dando estocás tobilleras con la sillita del niño. Me los imaginé saliendo de su casa todos disfrazados. El pariento llenando el coche de bolsas, ya saben, pañales, potitos, chalecos, biberones, chupas y alguna tortilla de patatas. Seguramente tuvo que parar varias veces por motivos como: el pipi del mediano, la vomitera del mayor que se marea en el coche, con el resultado final de la puerta chorreada de pota y el asiento manchado, dejándolo perfumado con ese ambientador típico de las amanecidas carnavaleras. Seguramente aparcaron en la quinta puñeta, en esos solares habilitados para estos eventos. Cruzaron la ciudad y se adentraron en el corazón del carnaval. El pobre hombre, consiguió llegar por fin a uno de tantos quioscos. Fue para él como conquistar un continente. La Vilma se empeñó que las Coca-Colas de los niños fueran del tiempo, así que se bebieron unos refrescos al baño María más o menos, ellos un par de cerveza. La alegría y las bromas los rodeaban. Casi no se podían mover. Uno de los niños lloró por un globo con forma de ballena, (el pariento pensó que podría ponerle un hilo a su parienta). Pasó una vampiresa con bigote y barba y se dio un morreo con la Vilma, al pariento se le encendió la sangre y justo cuando iba a darle dos yoyas a la vampiresa se le vino encima una Yola Berrocal, que seguramente se llamaba Paco y lo besó a él. Comenzó a agobiarse y a querer salir de aquel mar de gente que disfrutaba del carnaval por libre. La sillita del niño quedó enterrada por la multitud, el del medio no lloraba, berreaba por el globo que se veía a lo lejos, (imposible acercarse al vendedor), lo callaron con un paquete de papas fritas (más caro que un saco de papas bonitas). Las Coca-Colas debieron comenzar a hervir y a confabularse con las papas fritas y aquellos niños no eran niños, eran el desagüe de un hotel. Llenaron de papas y refresco hasta a las palomas que revoloteaban por la plaza España. La Vilma se agachó para limpiarlo y la faja se le estalló, haciendo que la presión de la bulla se multiplicara y uno de los niños saliera despedido contra el quiosco y se le quedaran marcadas en la frente las tres C de la propaganda y en la boca ponía “dorada especial”. El pariento con los pañales, los chalecos y una mantita de bebé le hizo a la parienta una especie de falda hawaiana tipo tendedero. Sufriendo lo que no hay en los escritos consiguió sacar a su familia de la bulla. Al llegar al aparcamiento casi rompe a llorar, todo su coche estaba meado por los cuatro lados. ¡Cuanta incontinencia hay en este mundo!.___ se dijo.____
Mientras cogía la autopista miró a su mujer de reojo y se dijo para si mismo.
._____ El año que viene yo me visto de Bin Laden y a esta le pongo un burca XXL y los niños se lo mando a Bush._______
No se asusten y disfruten del carnaval. Son cosas mías que soy una exagerá.
¡FELICES CARNAVALES A TODOS!
Mercedes A. Alexandre
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