Su mirada se clavó en el exterior. Lentamente con tesón y constancia, adiestró a su cuerpo para que le obedeciera. Su espalda, aún virgen de pesadas cargas, quedó recostada en el quicio de la puerta. Todo su cuerpo soportaba el peso de su mente inquieta. Conceptos aún en embrión, querían romper a la luz desde su celebro sin grietas ni lagunas.
El Sol le dio de pleno en la cara y él lo miró desafiante. Observó como la vida desfilaba por delante de la puerta de su casa. Vio cabezas erguidas y otras cabizbajas.
Se sintió Quijote, se sintió un Cid y rebosante de valor, de ilusiones, de proyectos y de altruismo se lanzó a la empedrada calle del vivir cotidiano.
U río de gente lo fue arrollando, todos tenían prisa por llegar a una meta donde el premio era el poder. Consiguió apartarse de aquella rueda pesada y enorme de molino que intentaba aplastarle y se subió a un viejo muro que escondía detrás jeringuillas que inyectaron falsos viajes alucinantes. Observó que el muro estaba repleto de pintadas denunciantes que gritaban ¡Libertada! ¡Justicia! ¡Muerte al hambre de los pueblos!.
Sus fuerzas y su altruismo, aún sin estrenar, le hicieron ponerse de pie y gritar sus ideales. El muro comenzó a mancharse de sangre y la multitud empezó a aplaudirle llorando y luego le olvidaron.
Comprendió que no podía ser alguien, sus conceptos se lo impedían y decidió pasear por las calles.
Vio luces de neón rodeando carteles de ofertas. Escaparates vendiendo comodidad, belleza y calidad de vida con garantías eternas.
Vio timadores con corbata y gente tullida ofreciendo la suerte muy barata.
Vio un enjambre de entidades bancarias repletas de folletos, que ofrecían todo a cambio de la sangre, a cambio del alma.
Vio gente disimulando problemas, disimulando traumas, mientras en la barra de un bar hablaban, bebían, fumaban y aparentaban.
Vio políticos con sonrisas y gestos ensayados delante de algún espejo, bajándose de lujosos coches seguidos de guardaespaldas, de escoltas y parafernalia, todo pagado por el pueblo para que gobernaran.
Vio embarazadas con grandes pancartas y conciencias maquilladas de derechos, gritando que no era Dios el que decidía si la vida continuaba, o era abortada.
Vio testigos mudos, tirados por los suelos haciendo propaganda de sus desgracias para conseguir le lanzaran alguna limosna.
Vio al rico exagerando sus riquezas y al pobre exagerando su pobreza.
Vio los parques vacíos de niños, todos estaban encerrados en sus casas aferrados a maquinas programadas.
Después de tan larga caminata, se sintió cansado y sin fuerzas. Había gastado todo su altruismo y nadie se había dado cuenta.
Recostó de nuevo su cuerpo en el quicio de su puerta y notó que solamente la vida se había dado cuenta de su existencia, pues al pasar de nuevo delante de sus ojos, le dijo:
.____ No te quejes, pues pasaste por mí como un simple extra y a cambio te he dado una gran experiencia.______
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