Me despierta un toc toc constante, viene de atrás, del patio trasero de la casa. Me levanto y con sigilo, columbrando apenas la claridad tenue del sol, que hoy se ha empeñado en ponerse túnica, observo con atención los árboles de mango y aguacate que inmensos se yerguen en la ladera que da al río, que pasa rumboso, dejando cantos de espuma a su paso. Agudizo la vista y miro de donde proviene el toc toc, es un pájaro carpintero que alegre se ha despertado y hace malabares en el tronco para que su pareja se venga con él al nido que construye. Miro embelezada entonces, el bosque montañoso que me deja sin habla el día de hoy, mientras me traen una taza de café humeante y sabroso.
Verdes, tantos verdes, la sierra a lo lejos y a la vez tan cercana, el clima benigno en el tiempo de hoy, neblina que envuelve las ramas, las hojas llenas de rocío y las aves todas cantando a la vida. Las montañas más de atrás se ven azules y las nubes bajas semejan collar de perlas en la garganta de esos cerros maravillosos -que de aqui se ven. Aspiro el aroma del aire, los pinos, las flores y la hierba fresca y verde dejan rastros de recuerdos amados en la memoria que nunca olvida. Mérida, mi querida Mérida se llena hoy y en estos días de un esplendor especial, las lluvias han reverdecido su tierra, las nevadas han llenado a las cinco aguilas blancas de su copos de algodón y la brisa suave canta también al envolverme y envolver a los seres que tenemos la dicha de vivir aquí.
Migdalia B. Mansilla R.
Fecha: 1 de julio de 2003
cuando toda la naturaleza se levanta y grita en nombre de Dios.
Desde Mérida, Venezuela
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