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Historia de dos luces como una

El comienzo del tiempo lo atrapo como los andes al sol, en plenitud de un verano silencioso que viajaba en busca de la desnudes perfecta de lo humano, de lo sagrado que resulta existir en un mundo de palabras, de plegarias y de ilusiones rotas por el silencio de su improcedente locura, de su mágica razón para soñar, no tuvo mas remedio que dejarse ir en el pensamiento se encerró en su mundo y creo uno nuevo para hacer de las melodías una esperanza para el encierro.

La locura jamás volvió, mas los ojos de Joaquín encontraron su redención en el vació, en las miradas que nunca se lanzaron, a veces con lagrimas, a veces con alegría demostraba que aun era humano, el veía desde las ventanas de su rostro el mundo en toda su magnitud, y siempre recordaba que un día vivió allí, mas la prosperidad de vivir aislado en un mundo nuevo, lo llevo a conquistar la mente humana, lo llevo por los senderos de su cuerpo y dio gracias a Dios por la creación de un ser tan complejo y completo como el mismo, a veces su madre venia a visitarlo y mirada con gran malestar el rostro del hijo que se fue y que ya no le hablaba mas, y aunque el quería salir y decirle lo mucho que la amaba, solo se sentaba en el estanque de los sueños y mandaba una plegaria, pidiendo una vez mas, la sonrisa de su madre.

Paso un tiempo indefinido de miradas y de visitas que ni el mismo podía creer, pero la visita esperada nunca llego, simplemente la imagino como en un sueño, vio a la mujer que amo, ¡feliz y contenta¡, la duda lo torno en misterios, en enigmas que trato de descifrar, mas la memoria le negó el anhelo y dejo la ilusión en manos de la verdad, no supo que fue de ella, no entendió por que no regreso un día, lo único que podía saber y sentir era que ella, estaba bien y que era feliz.

Joaquín con sus hermanos a veces podía encontrarse en sueños y le contaban las maravillas de sus vidas lo magnifico que resultaba estar presente en la realidad de un mundo que el no comprendía, el le hablo a Benjamín y le dijo con voz tímida, ¿eres feliz?, el le respondió que si, que había encontrado la armonía de estar vivo, y que la alegría de su hijo lo hacia inmensamente grande, Joaquín lo miro callado y vio en sus ojos el mismo mundo que el había construido para su exilio y con una lagrima en su rostro entendió que no podría ser feliz si no era con compañía a su lado, sin el amor, sin esa sonría que se escapaba del solo echo de mirar a los ojos, retorno a la ventana del mundo, pero ya resulto tarde, no hubo escapatoria, las visitas se hicieron cada vez mas cortas y sin darse cuenta el mundo interior que creo, estaba acercándose a su fin, por que la juventud se le fue, así se quedo en su casa de la memoria, tratando de analizar y entender la vida, pero jamás la entendió.

Un buen día una misteriosa visión lo perturbo y con apenas restos de fuerza levanto la mirada y entendió que el fin del camino había llegado, por ultima vez miro el su rostro y vio al anciano en que se había convertido, mientras que afuera todos lloraban y decían que ¡fue un buen tipo¡… jamás se sintió así, solo supo que vivió lo que escogió y dejo que su cuerpo se fuera al universo de plegarias, en ese viaje desde arriba muy alto, vio el rostro de Andrea, la mujer que siempre amo, pego un grito pero su viaje continuo, veía como ella lloraba inconsolable al lado suyo, pidiendo una explicación del ¿Por qué?, Joaquín ya no pudo hacer mas nada y simplemente dejo sentir su llanto en una suave lluvia de otoño, dejando saber a Andrea que el amor nunca murió, que la verdad permaneció entera hasta el fin, pero que la esperanza y la fuerza murieron como el cuerpo que yacía a su lado, no se pudieron despedir, solo quedo la promesa de continuar esperando el uno por el otro.


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Publicado el: 16-11-2006
Última modificación: 18-11-2006


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