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RICARDO SE PRESENTÓ EN CASA DE VALENTINA CON UNA CAJA DE JUGUETES PARA LOS NIÑOS, LLEGÓ CUANDO SE DISPONÍAN A MERENDAR. LOS ENCONTRÓ MUY CAMBIADOS, HABÍAN GANADO PESO Y SUS MEJILLAS ESTABAN SONROSADAS. LOS TRES LO ABRAZARON Y COLOCARON OTRO CUBIERTO PARA QUE LOS ACOMPAÑASE A CENAR; YA ESTABA SOBRE LA MESA, UN PLATÓN QUE EXPEDÍA UN OLOROSO GUISADO, VALENTINA LE SIRVIÓ A TODOS UNA PORCIÓN, DIERON LAS GRACIAS Y DE INMEDIATO TOMÓ EL PIMENTERO Y AGREGÓ AL PLATILLO DE CADA UNO DE SUS HIJOS Y AL DE ELLA MISMA, UNA GENEROSA RACIÓN DE SU CONTENIDO. RICARDO INTRIGADO PREGUNTÓ POR QUÉ LES GUSTABA TANTO LA PIMIENTA. TODOS SE RIERON Y VALENTINA LE COMENTÓ QUE PARA TOMAR LAS VITAMINAS EN POLVO QUE ÉL INCLUYÓ EN LA DESPENSA QUE LES ENVIÓ, EL PIMENTERO ERA EL RECIPIENTE MÁS ADECUADO, PUES ERA MUY PRÁCTICO Y PODÍAN USARLO CON MAYOR COMODIDAD, ADEMÁS DE EVITAR ALGÚN ACCIDENTE CON LA BOTELLA DE LAS VITAMINAS, PUES ERA DE VIDRIO. LE MOSTRARON EL FRASCO, EN EL QUE SE VEÍA UN POCO DE POLVO. RICARDO NO PODÍA CREER LO QUE HABÍA SUCEDIDO, SE PUSO PÁLIDO, COMENZÓ A SUDAR FRÍO Y CON OJOS DESORBITADOS GRITO: NO SON VITAMINAS, SON... ERAN LAS CENIZAS DE CLARA, MI ESPOSA... NUNCA LAS DEPOSITÉ EN LA PARROQUIA.
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