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Se acercaban las elecciones y la ciudadanía no tenía claro por quién de los candidatos votaría, ya que las promesas de campaña estaban difusas, no había claridad en los mensajes, faltaban precisiones..., sin embargo uno de los candidatos que se llamaba Ricardo se estaba posicionando en las preferencias del electorado; hombre inteligente, con visión nacionalista, enérgico y experimentado, de convicciones firmes, sus discursos atraían grandes masas, conciliador, sabía dialogar, y por si fuera poco, era carismático y además atractivo, las mujeres lo arengaban gritándole: ¡Ricardo, Ricardo, Ricardo, votaré por tí! ¡Ricardo, quiero seas mi presidente...! En ese instante sonó la alarma del despertador. Ricardo vuelve a su realidad, no es candidato, simplemente es maestro de baile, pero el sueño lo disfrutó, lo llevó por un momento a sentir que era un ser que cambiaría la historia del país, de su México querido.
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