A Gazapo no le gustaba hablar, de hecho, ¡Era tartamudo! Cuando una mujer lo cautivaba, se quedaba mudo. Quiero imaginar que las palabras se le enredaban en el alma y se le quedaban ahí, encerradas en su pecho, cerca de su corazón, madurándose, tomando formas y matices, acumulándose, hasta que un día, como si se tratara de una explosión cósmica... ¡Estallaban!
Cuando esto ocurría, era maravilloso. Decenas de palabras salían disparadas por su boca (me gustaría decir, por cada uno de sus poros), formando frases, oraciones, versos, canciones, imposibles de repetir, de no haber sido muchas veces por mi, que las ponía por escrito, en una hoja de papel, en una servilleta o en un boleto del metro.
Los invito a leer el Poemario de Gazapo (link arriba a la derecha) algún día platicaré su historia... |