Me faltan días para más quererte
y las horas escapan sin remedio,
viviendo del recuerdo el cruel asedio,
muero en cada minuto de no verte.
Eres mi luz, mi sangre, eres mi suerte,
suspiro que se aloja en pecho medio,
eres jardín de Roma en un cavedio
yo secas hojas de una musa inerte.
Cuento mis pasos, vago en el reproche,
entre el coral de espuma que el mar choca
y el latido del viento a medianoche.
Cuento el tiempo perdido que trastoca
con su sello estampado, desde el broche
de un juramento, al beso de una boca.
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