Que ansiedad de ti cuando te tengo ausente,
cuando el dulce templo de tus labios calla,
no podrán mis manos reprimir la mente
que recuerda el día en que tu cuerpo estalla.
No podré cantar sin tu sonrisa alegre,
se me puso en huelga la guitarra negra,
perdí las palabras que he tenido a veces,
las que cambiaría por una noche en calma.
Caminé contigo dentro de tu vientre,
en tu espalda tersa, a luz de la lámpara
que ilumina el sueño, sueño incandescente,
proyectando estrellas por mí fecundadas.
Tropecé en la sombra que dejaste siempre
al cerrar la puerta en que ese sueño acaba.
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