¡Señor!
Nunca me dejes de ver
toca mi corazón con tu amor;
que no me abandone la Fe
y nunca pierda tu camino.
Que el canto del cristofué
más bien me diga: por tí vino
y que no se quede en el limbo
mi alma sin tu querer.
Que tu mirada, en el atardecer,
sea el remanso cristalino
calmando por siempre mi sed,
-Sé la paz para mi corazón intranquilo-
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