|
Una dama solitaria
por este mundo de Dios,
su vida tenía arreglada;
gravísima equivocación,
pues estaba resignada,
y bien segura que estaba,
a continuar por la vida,
dando a todos resplandor
sin pedir para ella nada;
la dicha veía perdida
y creía no merecer el amor..
Un día, y sin andarla buscando,
una brisa le llegó,
conoció a un triste nardo,
su aroma la cautivó
pero él sólo desprendía
un poco de su fragancia,
el pobre nardo sufría
y no tenía ni esperanza
que calmara su dolor,
se apagaba cada día.
La dama le dio calor,
le brindó su confianza,
lo abrigó con su amistad
con afecto le decía
lo mucho que él valía
regalándole seguridad;
y lo guardó en un cofre nacarado,
que permanecía cerrado,
lo cuidaba con cariño
como a un tierno y bello niño;
y éste le sonreía
con mucho agradecimiento
y con bellos sentimientos.
Y un ángel, que todo veía
de una vez se conmovió,
y ante el Padre le pedía
un milagro para los dos.
Ocurrió algo sorprendente
para el mundo terrenal,
el nardo, se recuperó de repente
desprendiendo su fragancia sin igual.
Y desde entonces la dama,
de una manera callada
lleva en su cofre nacarado
ese milagro guardado,
la fragancia de ese nardo
para ella tan preciada.
Se formó una unión sagrada,
que estos seres necesitaban,
ilusiones en el alma pintadas
por algo sobrenatural,
gracias al mundo celestial
donde ocurrió este milagro;
porque ella había guardado,
al triste nardo,
con amor en su corazón....
Ahora llevaban en sus almas
ese amor
que siempre salva,
amor del alma...
|
