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La niña morenita me estremece,
en esas tardes ciegas,
elocuentes,
la niña morenita me consuela
con palabras de plata,
con caricias de seda.
Sofía es encuentro y melodía,
es el alma que me piensa en sus adentros,
que me sueña en silencio,
con esmero.
Ella es la tarde que me envuelve,
la luz algodonada que lucha y no se rinde,
que resiste,
que se arriesga
para salir invicta de aquel ataque persistente
que a veces la entristece.
La niña morenita
con su piel de amapola,
con la prisa incesante de Alicia
se acurruca,
se esconde,
aparece y desaparece,
pero siempre regresa
a las sendas del amor,
de la amistad perenne
como la de las rosas,
como las dalias que cantan soledades.
Ella, la niña morenita,
es un cielo,
es un mar,
es sabiduria,
es simplemente Sofía.
Y el Dios Bacco lo sabe
porque ella, a sus pies,
lo transforma y lo hace vida.
Yo te adoro y, desde mi escondite
donde los almendros florecen,
me recuesto y espero
a que una canción y un beso
me resuciten y me hagan eterno
como el verbo y la palabra,
y termino queriendo ser yo mismo
¡FILOSOFÍA!.
Filo Es "amor"
Sofía es "sabiduría"
Y las dos juntas "Amor a la Sabiduría"
Pero yo hoy, me quedo con Sofía.
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