Manso el atlántico mar
las olas vespertinas
el rojo ocaso y el silencio
las gaviotas y su cadente vuelo
Azules los colores
que recreaban el alma
y las piedras roidas
que lloraban el fulgor de la noche
Todo fue fugaz e impredecible
porque el cielo no estaba
en el sitio de siempre
Tampoco tú amor mío
te asomaste a verme postrado
en la verde ventana de mis sueños.
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