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Recibí aquella carta en la mañana,
la leí con cuidado y sin prejuicios,
contenía un mensaje de bellas dimensiones.
Hablaba que el amor está hecho de partes,
de lunas y arlequines,
también de desengaños.
Hablaba de como el corazón
guarda sus secretos.
Y en forma de dulzura,
describía los tonos y colores
de los besos.
Y en medio de sus líricos mensajes,
contenía uno especial
y muy hermoso,
Decía:
Cuando quieras lograr
ser tú mismo la luz,
no dudes ni un instante
en descalzar tus pies,
donar tu corazón al universo,
cargando la humildad
sobre tus hombros,
y con la fuerza
que inspira ser valiente,
ponte a escalar el cielo azul
todos los días.
Y si logras llegar sin impaciencia,
encontrarás una amapola
que te espera.
Y la carta también decía:
Cuando las penumbras no te dejen ver,
cuando ciertas dudas
te engañen con descaro
sigue soñando,
porque los sueños abren brecha,
construyen deseos y destinos,
y te salvan.
todas estas cosas decía aquella carta.
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