Busqué tu rastro encadenado,
recorrí los confines del átomo,
las lúgubres promesas incumplidas
y las trampas que el dolor pone de noche.
Subí y bajé de la memoria,
rompí la rabia contenida,
lloré sin cesar tu despedida
y no encontré mas que rescoldos
y cenizas,
y alguna que otra huella.
Pero el rastro encadenado de tu vida
lo perdí de mi vista
y nadie jamás me dio noticias,
de donde se escondió la belleza
y el odio,
el marchito recuerdo que se fue
y todas aquellas cosas
que hicieron posible
que tu y yo,
hiciéramos la paz,
nos diéramos un beso
y con una sonrisa de consuelo,
un hasta siempre con olor a olvido.
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