Trasiego del andar lento y cansado,
ojeras que parecen mantos
que orlan los ojos
del mirar triste y lejano,
manos que alocadamente
intentan atrapar al tiempo
en la brisa que pasa silvando
en los oídos que tratan de guardar,
el sonido de tu voz
que de lejos llega
y los trinos de las aves
que al ocaso anidan
en las ramas de los árboles
que habitan la montaña que me rodea.
La luna dejó caer hilos de plata
al cabello que lleva
el claroscuro del tiempo.
Labios secos añorando
la humedad de tu boca
y el sabor de tus besos,
piel que arde en el fuego del deseo,
en la nostalgia del amor de hacer.
¡Añoranza, siempre viva
en el sentir que nos une a los dos!
Migdalia B. Mansilla R.
Fecha: Ayer... hoy... mañana... es decir: ¡siempre!
Mérida, 8 de Mayo de 2003
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