No le digas a nadie
mi amor que he muerto,
no llores tú la ausencia mía
porque en ti moraré por siempre.
En tus manos dejo...
todas mis pertenencias,
las que me importan,
las que me acompañan
y son y han sido amigos fieles:
mis libros, todas mis agendas
y cuadernos, emborronados
con las letras que escribo para ti
y para todos los que se atreven a leerme.
Te dejo, mi Biblia, mis Rosarios,
donde desgrano Padres Nuestros y Aves Marías,
el altar con todas las imágenes,
donde venero a la Virgen y a tal cual Santo
en la adoración a Dios.
Te dejo, el amor que siento por tí,
en cada palabra,
en cada recuerdo,
en cada tatuaje
que quedó en tu piel
las veces que hicimos el amor.
Te dejo, mi amor,
¡tan pocas cosas!
pero en resumen
de este Testamento,
te dejo la vida
que contigo compartí.
No le digas a nadie
mi amor, que he muerto.
Migdalia B. Mansilla R.
Fecha: en la hora nona
Mérida, 29/04/03
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