No hay modo de bajarte las estrellas
que penden del cielo cada noche.
No hay modo de atrasar tantos relojes
para que el tiempo alargue su destino.
Apenas los días y las noches
que restan al resto del camino
Apenas lo poco que nos queda.
Apenas ocasos infinitos
que buscan hundir los camalotes
tejidos a lomo de tu río.
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