Apenas la mañana se mece con la aurora
un titilar lejano navega por el puerto.
Ocultos en mil tules se acercan o se alejan
los duendes que laboran en ese raro huerto.
Hay voces opacadas abrigadas del tiempo.
Sirenas que retumban agitadas al viento.
Bostezos de motores estremecen las sombras
en desplegar de quillas abriendo el horizonte.
Opaca es la caricia que enfría la palabra
y cubre con su manto toda posible marcha
apenas la mirada camina por la rada
la niebla lentamente levanta su mascada.
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