Embriaga de Luna y de misterio
caminé mi sobriedad asténica y pacata
calzando los zapatos en mis manos
feliz de ver el sol que se anunciaba
tras los espinos y al fondo del camino.
Era el aroma y píos madrugados
y la brisa susurrante misteriosa,
tan parecido al templo sin sus fieles,
tan parecido al mundo sin sus guerras
que embriagada de luz me sentí eterna.
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