Aprendi a mirar las esrellas
ellas alumbraban mis sueños,
me hablaban con sus destellos
imaginándome una con ellas.
Aprendí a mirar los colores del viento
y a sentir el sabor del silencio
gozando de su intimidad
en profundo y silente extasis.
Aprendí a encender ilusiones
y a escuchar latir los corazones
con palabras y sensaciones nuevas,
calmas, reposadas, gloriosas.
Aprendí el valor de la paciencia
a calmar las dudas y pensamientos,
a llevar con mares de esperanza
los mas problemáticos conceptos.
Comprendí el sentido de la vida
como nunca lo habia experimentado.
Aprendí a vivir sin espinas, ni ataduras
sintiéndome una con el Universo.
Aprendí lo bello de la vida,
a saborear lo mas insignificante
sabedora que en todo animado e inanimado
brilla la Luz y el Amor del Padre Eterno
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